Adriana Sborovsky: “Cada hogar es el mundo de una familia”

“La decoración nace del gusto de la persona. Hay que conocer el ambiente, saber dónde se puede intervenir o no. Cada hogar es el mundo de cada familia”, explica.

Adriana señala que cada proyecto representa un desafío distinto.

“Cuando tenés un lienzo en blanco, la imaginación vuela más. Pero cuando llegás a una casa ya hecha, el gusto del cliente juega un papel importante y el trabajo se vuelve más complejo”.

En los últimos años, comenta, los hombres también comenzaron a involucrarse más en el proceso de diseño de los ambientes del hogar, aportando su visión y preferencias al resultado final.

Sobre su estilo, lo define con claridad:

“Es bastante marcado, modernista y minimalista. Me gustan las líneas simples, los colores fríos como el gris y el negro, combinados con lo amaderado para darle calidez al espacio”.

La diseñadora destaca que actualmente se usan mucho los muebles vintage, fusionados con lo moderno, dando origen al estilo ecléctico:

“Se mezclan piezas antiguas con nuevas, como veladores o arañas de las casas de antes. Todo eso da personalidad al hogar”.

Cada proyecto comienza con una reunión para conocer al cliente y entender sus necesidades.

“Lo más importante es el confort y la funcionalidad. Todo se evalúa en función de eso”.

Adriana también observa una tendencia hacia los espacios integrados:

“Hoy se usa todo conectado, por ejemplo la sala con el quincho. Ya casi no se ven las salitas cerradas”.

Entre sus materiales favoritos menciona la madera, por la calidez que transmite, además de melaminas, piedras naturales como mármoles y travertinos, y revestimientos importados que imitan la piedra natural. Los empapelados, espejos y cuadros son elementos que, según ella, completan la atmósfera y aportan textura y vida.

Finalmente, deja un mensaje para quienes desean iniciarse en el mundo del diseño:

“Hay que tener una base de arquitectura para poder leer planos y trabajar en conjunto con ingenieros y arquitectos. Y sobre todo, no tener miedo de dibujar, rayar o equivocarse; el proceso creativo se alimenta de eso”.